Un 31 de diciembre
del 2009, Exequiel Quinteros quien para entonces estaba por cumplir la mayoría
de edad, recibió la peor noticia de su vida. Él estaba viviendo en el barrio de
Manzanares, Partido de Pilar, cuando uno de sus tíos lo tomó de las manos y le
comunicó que su padre había fallecido.
En medio de los
festejos por año nuevo, fue él el encargado de reconocer el cuerpo de su papá
debido a que su madre estaba en estado de shock y su hermana apenas tenía 9
años.
Las primeras
autopsias señalaban que había fallecido por una puñalada. Nadie sabía ni
entendía qué había ocurrido. Meses antes, Exequiel había decidido mudarse solo,
por eso no pudo ser testigo del hecho.
Quien sí se
encontraba en el hogar era su madre, que desde un principio llamó la atención de
la policía. Ella relató que mientras estaban festejando, entró un ladrón en la
casa y lo mató de una puñalada por resistirse a que los roben. Sin embargo no
supo describir al personaje, ni su rostro ni la ropa que llevaba.
Horas después entró
en una crisis emocional y confesó que tras varias peleas, lo apuñaló para
defender su vida y la de su hija. Su testimonio se basaba en que ella era
víctima de violencia de género y que no soportó más la situación.
Cada vez que ella
relataba lo sucedido, siempre modificaba algún detalle. Fue sentenciada a 8
años de prisión y hoy se encuentra en la penitenciaría de Florencio Varela.
Sin embargo, hasta
el día de la fecha, ella fue la única en declarar ante la fiscalía. Exequiel no
tuvo la oportunidad para hacerlo. “Si a mí me llaman a declarar… a ella le dan
perpetua”, dijo.
Como lo anunciamos
anteriormente, él había decidido irse de la casa por el ambiente tenso y la
violencia familiar. Él comenta que este asesinato fue una muerte anunciada:
“Era sabido que iba a pasar esto”.
Que existía
violencia de género es cierto. El detalle es que no era por parte de su padre
sino era la madre quien lo sometía. Ella era una mujer celosa y posesiva, según los relatos de su hijo, y su papá era
como un niño introvertido que solo obedecía órdenes.
En varias
oportunidades, vecinos fueron testigos de verlo con fracturas, quemaduras y
golpes. Él simplemente decía que era víctima de asaltos, de la inseguridad.
Si bien Exequiel no
quiso dar detalles de qué tipo de violencia hubo, comentó que su padre recibía
constantemente insultos, cortes, golpes y hasta incluso quemaduras con aceite
caliente.
“Ya no daba mi
cabeza para estar ahí. Era mi vida o seguir estando ahí. Gracias a Dios yo me
fui de casa. Pero si no me hubiera ido, seguramente mi mamá me iba a culpar a
mí.”
A partir de la
sentencia, su hermana menor fue trasladada a Córdoba con sus familiares
maternos. Perdió todo contacto con ella porque sus abuelos no entienden cómo él
pudo acusar a su mamá y ponerle 4 denuncias. Nunca supo si ella vio la terrible
escena, con tan solo 9 años.
A su madre no la ve
desde hace un año aproximadamente. Cuando iba a visitarla, ella lo recibía con
amor y ternura; pero a medida que iba recordando el hecho, le echaba toda la
responsabilidad: “Es tu culpa, vos te fuiste de casa”, le decía.
Al principio,
Exequiel se encontraba solo, tenía que ponerse enfrente de las causa contra su
madre, tenía que terminar el colegio y buscar un trabajo para poder comer.
Recuerda que hubo semanas que solamente comía lo que le daban en el trabajo.
A pesar de ello,
hoy comenta que está bien. No quiso recibir ayuda terapéuticas porque “era como
mover una llaga que te lastima a cada rato”. Hoy, a los 22 años, tiene una
pareja, 3 casas en alquiler y un trabajo estable.
Cuando los medios actúan de jueces
A cuatro años de lo
sucedido, Exequiel recuerda que el único medio presente fue el Diario Regionalde Pilar. Solamente publicaron el caso en sí, no siguieron la sentencia ni la
causa.
Él afirma que no le
molestó su publicación porque él no fue nombrado y la información brindada fue
la correcta. Incluso comenta que le hubiese gustado que se diera más notas
porque de esta forma “los papeles se mueven más rápido”.
Exequiel confía en
que los medios ayudan a sacar a la luz la verdad, pero no entiende por qué hay
casos que se le da más importancia que otros.
Finalmente expresa
que su deseo es que los medios también se ocupen del sistema penitenciario en
Argentina, porque una vez que se le da la sentencia al acusado, no termina todo
ahí.
Su madre posee un
teléfono celular y en varias oportunidades dio aviso a los guardias. Nada se
hizo. De acá a cuatro años sabe que su madre va a volver y volverá el caos.
“Así como uno tiene ganas de trabajar, parece que ellos no lo tienen. No tienen
su responsabilidad de policía, de protegernos.”, concluyó.
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